jueves, 15 de agosto de 2013

DE PASEO POR VALDELACUEVA



En Añover todo el mundo le conoce como el camino de Valdelacueva... Lo que quizás pocos sepan es que este valle natural, a través del que los antiguos habitantes del pueblo hicieron un camino para acceder a los campos de secano del sudeste de la localidad y en tiempos fue lugar predilecto de las meriendas de San Blas, tiene más historias que contar, al menos naturales, de las que aparenta a simple vista.

Esta vaguada que transcurre entre cerros de yeso coronados por cultivos de secano, esconde en sus pocos metros una diversidad biológica de gran interés, quedando aun mucho más por descubrir. 

Es un lugar ideal para pasear con niños por la accesibilidad del lugar si bien hay que ir "con la fresca" pues el lugar anda escaso de sombra. 

Quien se anime a ir al lugar por el camino que sale detrás del cementerio del pueblo, lo primero que encontrará serán las canteras de yeso donde, con un poco de suerte, anidará el búho real y seguro, podrá ver a la curiosa Gypsophila Struthium sub. struthium o hierba jabonera, endemismo ibérico que tan solo puede disfrutarse en los cerros de yeso del centro-sur y este peninsular, usada en tiempos para hacer jabón, y que nos acompañará durante todo el camino. 

Dejando las canteras comenzamos el descenso por el valle propiamente dicho, encontrando a los bordes del camino toda una serie de flora gypsícola única entre las que podemos nombrar ciertos endemismos ibéricos a parte de la ya citada Gypsophila Struthium, como Limonium dichotomun (de la que dependen escarabajos de gran valor como Cryptocephalus bahilloi) y Centaurea hyssophifolia. 

Llegado a la altura de los cerros es cuando comienzan las sorpresas: Aves como el Milano, Buho real, Mochuelo, abejaruco... Laderas típicas de espartal con su esparto, albardín, Thapsia Villosa, Resedas, Tomillo salsero, Jarilla de escamas y al final del camino, la delicada  Vella pseudocitisum. 

A la altura de la cueva, en las malvas que crecen a su entrada, puede encontrarse el escarabajo avispa español (Neoplagionotus marcae), especie en peligro de extinción y de una belleza sin igual. Pasaremos por la orilla de la charca, donde oiremos saltar, más que ver, sus anfibios habitantes y posiblemente se nos cruce en el camino, algún que otro lagarto, lirón o la bellísima Papilio Machaon, Mariposa cuyas larvas se alimentan del abundante hinojo... y esto es solo el principio. 

En fin... Todo un festival de Vida concentrado en poco más de un kilómetro de camino. Cada planta y animal que encontramos tiene una historia que contarnos y que podemos descubrir con un poco de sensibilidad y manteniendo la bendita curiosidad de un niño, desde sus adaptaciones a las difíciles condiciones del terreno, hasta los usos dados en tiempos remotos.  

Como homenaje a esa curiosidad he realizado este pequeño video sobre los paseos por estos parajes con mis hijos... Sin duda aprender a mirar como ellos, es redescubrir el mundo. 

Si no ves el video pincha en el enlace de youtube: http://www.youtube.com/watch?v=jPWFoP97Gx0


sábado, 10 de agosto de 2013

INCURSOR NOCTURNO SORPRENDIDO EN EL PASILLO DE UN VECINO (Scolopendra cingulata)


Por fin, el sol del estío ha caído tras el cerro San Gregorio. Con las primeras estrellas la escolopendra sale de su hogar, cuyo tejado de yeso veteado de brillantes cristales, producidos por la erosión del agua y el viento, a modo de irregulares tejas, la ha guarecido de las calurosas y peligrosas horas centrales de los días de Agosto. Al abrigo de las piedras, encuentran un hogar lo suficientemente húmedo y oscuro como para sentirse protegido. Hace millones de años eran temidos, su estirpe alcanzó tamaños capaces de amedrentar al más temible de los seres vivos, pero actualmente, los Quilópodos escolopendromorfos, como así les llaman, no suelen superar los 30 cm. Son expertos y voraces cazadores, diseñados para la incursión y el ataque por sorpresa, planos, extremadamente articulados, ágiles y veloces, no dudan en registrar cada hueco, cada grieta o recoveco de sus tierras en busca de otros insectos, caracoles, e incluso pequeños mamíferos, que convertir en presas con las que alimentarse. La diferencia entre predador y presa, en su mundo, la dicta solamente el tamaño.

Scolopendra cingulata, la escolopendra más común de la península Ibérica, a las que los hombres vulgarmente suelen llamar ciempiés, posee dos potentes forcípulas, a modo de colmillos, con las que inyecta veneno a sus presas asegurando la efectividad del ataque. En el dorso de cada segmento, se le puede apreciar una banda transversal, que la distingue, cual si de pinturas de guerra se tratara. 
No gustan de hacer amigos, siendo legendarias su desconfianza y agresividad, aunque si se ven sorprendidas por un peligro inminente, ya sea real o figurado, su instinto de supervivencia las impulsa a huir, buscando cobijo en la primera grieta del terreno que encuentren y solamente ante una imposible huída o intento de contacto atacaran al incauto que, independientemente de sus intenciones, tenga la mala fortuna de acercarse demasiado. 

A pesar de todo, las hembras cuidan de sus puestas con gran esmero, a fin de preservarlas de la voracidad de quien las encontrase apetecible o de la invasión algún hongo que guste de crecer sobre su futura prole. Para ello se alejan lo justo de los huevos y los asean con frecuencia, demostrando que la ternura y la ferocidad pueden convivir cuando de una madre, al cuidado de sus hijos, se trata.

En ocasiones, como la protagonista de nuestra historia, durante sus incursiones nocturnas de caza, rastreando el terreno tras alguna presa, sus 31 pares de patas la llevan a los pasillos de alguna casa habitada por el hombre. Si tiene suerte pasará desapercibida, alcanzará su presa y regresará a cotos más fructíferos. Si la llegan a sorprender, consciente de la peligrosidad del ser humano, intentará huir y esconderse en el primer refugio disponible. De no ser posible, dependiendo de la sensibilidad de quien tenga enfrente, probablemente, como ha sido el caso de nuestra protagonista, terminará cautiva. Y aunque su "picadura" es dolorosa, no se conocen muertes humanas, por lo que de ser mordidos por una de ellas, debemos mantener la calma y acudir al médico mas cercano, que seguramente nos administrará un cóctel de antihistamínicos, calmantes y antiinflamatorios.

Nuestro personaje de hoy, esta Scolopendra cingulata, de aspecto tan temible como bella, la encontró nuestra vecina Luz Divina en el pasillo de su casa y me la hizo llegar. Debe de haberle echado mucho valor, sabiendo el miedo que la dan "los bichos" por lo que la estoy muy agradecido. Es un ejemplar bellísimo. Afortunadamente, tras una pequeña sesión fotográfica volverá a su ambiente natural, acabando su aventura con un final feliz.

Así que ya sabeis, si en vuestros paseos os encontráis con la Scolopendra cingulata, más conocida como Ciempiés, sabed que os encontráis ante uno de los cazadores nocturnos más antiguos que viven en nuestros campos, estaban aquí mucho antes que nosotros, diseñados de tal forma que, durante millones de años, han conseguido sobrevivir a innumerables adversidades y cambios ambientales. Sin duda, una joya de la naturaleza.

jueves, 8 de agosto de 2013

DE MAGOS Y LEYENDAS (Heliotropium europaeum)


Hoy os quiero presentar una planta muy común, pero que cualquier aficionado a los paseos debería conocer. Es una planta con muchas leyendas a sus espaldas y realmente curiosa en varios aspectos. Desde la edad media se le han atribuido multitud de cualidades, poderes mágicos, venenosos y curativos. Esta es una planta que me encanta enseñar en los paseos de Aula Verde o cuando alguna vez me han requerido como guía para enseñar e interpretar las peculiaridades ecológicas de nuestro pueblo, a su vez, los acompañantes que la descubren por primera vez suelen mostrarse igualmente complacidos. Nuestra protagonista de hoy se llama Heliotropium europaeum.

También conocida como verruguera, cola de escorpión, tornasol, verrucaria, heliotropo o hierba cornuda... Es una planta de la familia de las Boragináceas, pero cuyo aspecto general no se parece en nada a ellas. De su aspecto quizás lo más destacado puedan ser las inflorescencias "Escorpionadas", apodada seguramente cola de escorpión porque su forma recuerda a la de estos arácnidos. Asi como la tonalidad grisácea que presenta debido a los pelos, densamente dispuestos, a modo de borra, que la recubren y la ayudan a soportar la fuerte deshidratación que conlleva la sequía y solana de los difíciles ambientes que puede llegar a colonizar.




Su nombre cientifíco "heliotropium" proviene del griego y significa, "que se mueve con el sol", haciendo referencia a la característica de esta planta cuyas flores crecen mirando al astro rey. Ya en el Siglo XVI, hay referencias a esta cualidad de la planta y de cómo bien interpretada podría usarse para medir la hora.

No es difícil imaginar un escenario medieval, con gentes supersticiosas, creedoras en la magia y brujería, un mundo donde lo incomprensible se torna obra de ángeles o demonios, donde los estudiosos del mundo natural toman nombres como alquimista, druida o taumaturgo, donde a base de ensayo, observación y error van describiendo los elementos y las especies, exponiendo sus efectos y perfeccionando sus usos. Un mundo donde, a priori, cualquier causa es posible. La leyenda y la magia asociada a la verruguera, muy bien pudo surgir de la mezcla de observación, incomprensión y superstición en el imaginario popular de los efectos de la planta. En un intento desesperado por un lado, muy humano por otro, de comprender el mundo que habitamos.

De nuestra protagonista de hoy, en el ayer, se decia que protegía y curaba las picaduras de escorpión, rumor seguramente alentado por la forma de sus inflorescencias. Se aseguraba también que si se dibujaba un círculo en el suelo con una de sus ramas, el escorpión no podría atravesarlo quedando encerrado en él y que si se le arrojaba encima dicha rama, era capaz de darle muerte instantaneámente. Ni que decir tiene que la ciencia ya ha desmentido este mito, pero no deja de tener cierto atractivo histórico-antropológico.

Otra de las brujerías que se ha atribuido a nuestra hechicera, es la de proporcionar sueños premonitorios puesta bajo la almohada y visiones a quien la consume. La verrucaria es una planta altamente tóxica, con hasta un 1% de alcaloides pirronizilicos como asiocarpina, europina, heliotrina, supinina y heleurina.


Estos alcaloides son hepatotóxicos y neurotóxicos, y posiblemente sean los causantes de las visiones de los "brujos", por otro lado, se han documentado intoxicaciones de ganado por su consumo, así como insectos que se alimentan de esta planta y que son capaces de acumular sus toxinas volviendose a su vez tóxicos, como defensa ante posibles depredadores. Su toxicidad hace que actualmente la venta de la planta este prohibida.

Aun así, tradicionalmente se le ha dado al heliotropium europaeum un uso medicinal y adjudicado una gran lista de virtudes, Jose Quer y Martinez escribía sobre ellas en su libro, escrito por encargo y dirigido por nuestro ilustre vecino el Doctor Casimiro Gómez Ortega en el año 1784, "Continuación de la flora española":



"Según Mathiolo, estregadas las verrugas con esta yerba la deseca insensiblemente, y con el tiempo caen. Toda la planta machacada y puesta sobre los cánceres y úlceras carcinomatosas, sinuosas y gangrenosas, y en los tumores escrofulosos, se reputa muy eficaz y muchas veces la he aplicado en semejantes casos con felices efectos. Aplicada también a los herpes vivos los amortigua, y algunas veces los extingue"


Haciendo referencia a su cualidad más sonada, bien por citada o por la cantidad de nombres vernáculos que hacen eco de ella, a saber, la de servir aplicada en emplastos contra las verrugas.

Así que ya sabeis, si en vuestros paseos os topais con esta planta, ya sea entre las rocas, en las aceras, al borde de los caminos o en barbechos, sabed que se llama Heliotropium europaeum más conocida como verruguera. Tiene una gran historia a sus espaldas y, a pesar de ser considerada una mala hierba, ha compartido con nosotros gran parte de su existencia, inspirado mitos y leyendas, intoxicado y curado a nuestros congéneres desde tiempos inmemoriales y vive con nosotros.


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lunes, 5 de agosto de 2013

EL ESTRÉS Y LOS TELÓMEROS


Cuando cursaba tercero de biología tuve que realizar un trabajo de revisión sobre el estrés, su utilidad desde el punto de vista evolutivo, sus consecuencias fisiológicas sobre el individuo y los problemas que el estrés crónico, cuya incidencia se estaba disparando en el mundo "civilizado", podrían tener sobre las sociedades. Esto me hizo tomar consciencia de las terribles consecuencias que el estrés crónico puede llegar a tener en nuestras vidas a todos los niveles. Ahora, se sabe que los efectos del estrés quedan reflejados en los cromosomas, pudiendo, el análisis de los telómeros, ser un indicador fiable de la exposición al estrés de un individuo, y por ende, de una sociedad a través del estudio de los individuos que la componen.

El estrés, de forma natural, es una respuesta fisiológica que ocurre ante un estímulo amenazante, o cuando los cambios en el medio externo o interno son interpretados como una amenaza a la homeostasis, es decir, la capacidad de mantener una condición estable y constante del individuo.

Cuando el estímulo estresante se presenta, se produce toda una cascada de hormonas que termina con la liberación de, entre otras, el cortisol, y ponen al organismo en estado de "alerta general" preparándole para consumir energía muy rápidamente, a la vez que se inhibe la reproducción, el crecimiento y el almacenamiento de energía. El ejemplo típico para entender lo que pasa, es imaginar que estamos ante un león... todo nuestro organismo se dispara con una sola intención, la de sobrevivir, correr muy deprisa y salir cuanto antes fuera de su alcance, cualquier otra función del organismo, en ese momento, está de más (incluso sentir dolor) y por tanto se inhibe. 

Este mecanismo de respuesta al estrés, sin duda, ha conseguido (o al menos ayudado bastante) que la especie humana haya llegado hasta nuestros días y colonizado casi todos los ecosistemas, superando y haciendo frente a todo tipo de situaciones. El problema viene cuando el estrés es crónico. Esta respuesta esta muy bien en periodos cortos, pero cuando se da de forma continuada es una fuente inagotable de enfermedades.

El estrés crónico se ha asociado a diabetes, problemas cardiacos, depresión, determinados tipos de cáncer, pérdida de memoria, úlceras y un largo etcétera de enfermedades. 

Ahora también se sabe que los telómeros (los extremos de los cromosomas) se acortan por las situaciones de estrés y que este acortamiento de los telómeros aumenta la probabilidad de padecer ciertas enfermedades. Los telómeros se acortan de forma natural en cada replicación celular, siendo indicadores del desgaste genético del organismo. A medida que envejecemos, los telómeros se van haciendo más pequeños. Cuando los telómeros son demasiado pequeños, la célula puede dejar de reproducirse, pero también puede funcionar de manera incorrecta (segregando factores que producen inflamación o desencadenan el desarrollo de tumores). El estrés acelera este proceso.

Un estudio publicado en Nature 490, relaciona directamente la pérdida de longitud de los telómeros con las adversidades sufridas por las personas de estudio, llegando a una clara conclusión: A la hora de hacer frente a las enfermedades, los factores ambientales desempeñan un papel importante, además de los genéticos. Así mismo, señala a la longitud de los telómeros como un indicador que ofrece una perspectiva excepcional sobre el estado fisiológico y patológico de un individuo.

El estudio de los telómeros apunta a que los planes de prevención de la salud deberían centrarse más en disminuir los factores ambientales que causan el estrés crónico (tanto contaminantes como sociológicos) a tantas personas de nuestra sociedad. ¡ Y hay que empezar cuanto antes! pues hay indicios de que el estrés tiene efecto sobre los telómeros incluso antes del nacimiento.

Así que ya sabéis, si no queréis envejecer (o al menos, no tan deprisa como os parece) cuidaos de las situaciones estresantes y sobre todo aprended a controlarlas. 

Por último queda una buena noticia, hay estudios pilotos que sugieren que aplicando medidas reductoras de estrés, combinadas con ejercicio y cambios en la dieta, en tres meses puede ralentizarse o incluso revertirse el desgaste de los telómeros al aumentar la actividad de la telomerasa (la enzima encargada de "rellenar el trocito" de ADN que se pierde en cada replicación).   

Tantos avances en el conocimiento durante tantos años y al final las conclusiones parecen todas apuntar a lo que ya sabían los antiguos griegos:

"Mens sana in corpore sano".


UNA GRAN INSPIRACIÓN (Cicada Barbara)


¡Cuantas veces habremos oído la fábula de Samaniego "La cigarra y la hormiga"! ¿Cuantas generaciones han aprendido el valor del esfuerzo y la previsión a largo plazo gracias a la inspiración que supuso para su autor la observación de la naturaleza y reflexión acerca de sus características?.

Cuando llega el verano, las calurosas y desganadas tardes se llenan del canto de las cigarras, que acompasan o perturban, según la sensibilidad del afectado, nuestras siestas en casi todos los rincones de España. Son muchas las ocasiones en las que Dora me ha preguntado por el origen de los misteriosos cantos del estío, tanto los nocturnos grillos como las sesteantes cigarras... Explicarlo es fácil, no tanto dar en vivo con los responsables de tales serenatas. El otro dia tuvimos suerte, la cigarra que canta en nuestras tardes de verano (imagino) desde el olmo del otro lado del muro del jardín, bajó de su estancia habitual para mostrarse, dejarse fotografiar y saciar así la curiosidad de unos niños.

La cigarra de la foto se llama Cicada barbara es una de las cigarras de la península iberica, y se distingue de su pariente mas cercano Cicada orni por el canto continuo de la primera, frente a los chirridos discontinuos de la segunda. Es una especie considerada plaga, sobre todo del olivo y los adultos se alimentan clavando un estilete preferiblemente en las ramas y absorbiendo la savia de las plantas (aunque el daño más grave lo hacen con las puestas). Las ninfas se introducen bajo tierra al poco de salir del huevo, y viven bajo ella durante un periodo estimado de 5 años, de la que emergen para convertirse en adultos tras la última muda.


Las cigarras son animales asombrosos, no solo han enseñado a varias generaciones de niños las bondades del trabajo duro y la previsión (como antihéroes de la famosa fábula), sino que además, han aprendido a manejar como ningún otro animal las ventajas de los números primos. Siendo las protagonistas de uno de los misterios más llamativos de la biología.

La cigarra africana Magicicada septendecim, posee el ciclo de vida mas largo conocido de todos los insectos, 17 años. Una pariente muy cercana de esta tiene un ciclo de vida de 13 años y, no es extraño encontrar, que los ciclos de vida de las cigarras son un número primo de años.

Durante mucho tiempo los Biólogos se han preguntado cual puede ser la ventaja evolutiva de tener un ciclo de vida de estas características y, sea cual sea la respuesta, lo cierto es que ante un posible depredador o parásito que pueda atacarlas, tener un ciclo de vida no divisible entre ningún número excepto por sí mismo, pondría las cosas muy difíciles a cualquiera que quisiera coincidir con ellas y tuviera malas intenciones.

De hecho, un hipotético parásito o depredador con un ciclo vital de, digamos, 2 años tan solo coincidiría con la cigarra cada 34 años. Suficiente tiempo para que el depredador desista de su presa o el parásito se establezca de forma estable en la población.

De haber sabido esto, seguro que Samaniego hubiera cambiado al héroe de su fábula, y la lección sobre previsión y estratégias inteligentes se basaría en el asombroso ciclo vital de las cigarras.

Así que ya sabeis, cuando en las tardes de verano Añoveranas oigáis el canto de las cigarras, posiblemente se deba a la Cicada barbara miembro de un genero de animales asombrosos, que han sabido, como nadie, aprovechar las ventajas de los números primos para asegurar su supervivencia.


Technorati Tags: cigarra, chicharra, Cicada Bárbara, números primos.

domingo, 4 de agosto de 2013

LA X NO SIEMPRE MARCA EL LUGAR ( Erygium Campestre )


Parecen estar muy de moda en las redes sociales las infografías, frases y publicaciones de autoayuda y crecimiento personal, de superación ante las adversidades. Hoy os quiero presentar una planta que es el claro ejemplo de como las apariencias engañan, de supervivencia en las condiciones más adversas, un ejemplo de adaptación y soluciones exitosas ante las dificultades de la vida y, de propina, nos facilita el abastecimiento de uno de los manjares culinarios más apreciados entre los que gustan de las setas... A pesar de todo, es una planta a la que se combate por crecer en las zonas destinadas a cultivos. Todo un héroe incomprendido. Su nombre: Eryngium campestre.


En Añover se conoce como cardo borriquero o cardancha, aunque en otros lugares es más conocido como cardo corredor o cardo setero. Crece a los bordes de los caminos, en terrenos secos, asolados o cultivos abandonados. 

Esta planta es de la familia de las umbelíferas (como el perejil, zanahoria, apio, etc.) y no de las compuestas (a la pertenecen la mayoría de las que comúnmente llamamos cardos), siendo su forma espinosa una gran ayuda para soportar las altas temperaturas y la sequía de los lugares donde vive. Al reducir la superficie de sus hojas, reduce a su vez la insolación a la que se exponen y las pérdidas de agua a través de las mismas. Así mismo, el Eryngium campestre es una planta de pequeño porte (unos 70 cm) sin embargo sus raíces pueden llegar a alcanzar los 5 m. de longitud. Un claro ejemplo de que las cosas no son siempre como parecen.
Demuestra su carácter vivaz, es decir, que todos los años se deshace de la parte aérea una vez se ha reproducido, perviviendo la fuerte raíz tuberosa, una enorme templanza para prescindir de los elementos banales, de los ornamentos, cuando no pueden mantenerse, que muchos humanos quisieran para ellos. 


Pero el cardo corredor no derrocha, su forma esférica, permite que el tallo con las inflorescencias secas cargadas de semillas, sean arrastrados por el viento a través de los campos dispersándose y colonizando nuevas zonas libre de ataduras. A las plantas que usan esta característica para dispersarse se les llama estepicursores, y es por esto que a nuestro protagonista se le apoda cardo corredor. Todo un ejemplo de optimización de recursos y efectividad.

Por último, pero no más importante, el Eryngium campestre crea alianzas (micorrizas) con un hongo, las raíces de la planta y el micelio del hongo se unen en una estrecha simbiosis, que beneficia a ambas partes, el hongo puede beneficiarse de la energía solar a través de los productos de la fotosíntesis de la planta y la planta puede aumentar su capacidad de absorber y retener agua gracias a la extensión de las raíces que supone el micelio del hongo. Todo un ejemplo de que juntos somos más fuertes.

El hongo en cuestión se llama Pleorotus eryngii, y todo el mundo le conoce como seta de cardo, una de las setas ibéricas más cotizadas gastronómicamente.

En fin, cuando en vuestros paseos os encontréis con el cardo borriquero, recordad que lejos de ser una mala hierba estáis ante todo un ejemplo de como se puede sobrevivir en épocas de crisis (tan de moda ahora): 

Reducir la exposición a lo que nos daña, deshacerse de las cargas innecesarias, revalorizar lo inservible y establecer alianzas cooperativas.

Así lo ha conseguido nuestro protagonista... Si además, en otoño se puede volver donde crecen a buscar un delicioso manjar, yo al menos, no tengo problemas en darle la categoría de héroe. 

Hay veces que una equis no marca el lugar.