En Añover todo el mundo le conoce como el camino de Valdelacueva... Lo que quizás pocos sepan es que este valle natural, a través del que los antiguos habitantes del pueblo hicieron un camino para acceder a los campos de secano del sudeste de la localidad y en tiempos fue lugar predilecto de las meriendas de San Blas, tiene más historias que contar, al menos naturales, de las que aparenta a simple vista.
Esta vaguada que transcurre entre cerros de yeso coronados por cultivos de secano, esconde en sus pocos metros una diversidad biológica de gran interés, quedando aun mucho más por descubrir.
Es un lugar ideal para pasear con niños por la accesibilidad del lugar si bien hay que ir "con la fresca" pues el lugar anda escaso de sombra.
Quien se anime a ir al lugar por el camino que sale detrás del cementerio del pueblo, lo primero que encontrará serán las canteras de yeso donde, con un poco de suerte, anidará el búho real y seguro, podrá ver a la curiosa Gypsophila Struthium sub. struthium o hierba jabonera, endemismo ibérico que tan solo puede disfrutarse en los cerros de yeso del centro-sur y este peninsular, usada en tiempos para hacer jabón, y que nos acompañará durante todo el camino.
Dejando las canteras comenzamos el descenso por el valle propiamente dicho, encontrando a los bordes del camino toda una serie de flora gypsícola única entre las que podemos nombrar ciertos endemismos ibéricos a parte de la ya citada Gypsophila Struthium, como Limonium dichotomun (de la que dependen escarabajos de gran valor como Cryptocephalus bahilloi) y Centaurea hyssophifolia.
Llegado a la altura de los cerros es cuando comienzan las sorpresas: Aves como el Milano, Buho real, Mochuelo, abejaruco... Laderas típicas de espartal con su esparto, albardín, Thapsia Villosa, Resedas, Tomillo salsero, Jarilla de escamas y al final del camino, la delicada Vella pseudocitisum.
A la altura de la cueva, en las malvas que crecen a su entrada, puede encontrarse el escarabajo avispa español (Neoplagionotus marcae), especie en peligro de extinción y de una belleza sin igual. Pasaremos por la orilla de la charca, donde oiremos saltar, más que ver, sus anfibios habitantes y posiblemente se nos cruce en el camino, algún que otro lagarto, lirón o la bellísima Papilio Machaon, Mariposa cuyas larvas se alimentan del abundante hinojo... y esto es solo el principio.
En fin... Todo un festival de Vida concentrado en poco más de un kilómetro de camino. Cada planta y animal que encontramos tiene una historia que contarnos y que podemos descubrir con un poco de sensibilidad y manteniendo la bendita curiosidad de un niño, desde sus adaptaciones a las difíciles condiciones del terreno, hasta los usos dados en tiempos remotos.
Como homenaje a esa curiosidad he realizado este pequeño video sobre los paseos por estos parajes con mis hijos... Sin duda aprender a mirar como ellos, es redescubrir el mundo.
Si no ves el video pincha en el enlace de youtube: http://www.youtube.com/watch?v=jPWFoP97Gx0
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